El poder de las palabras



Estoy corrigiendo los exámenes de 2º de Bachillerato y aunque el tiempo es oro y los exámenes son muchos, quiero interrumpir mi tarea para compartir estas palabras, palabras que emocionan, que enseñan, que turban, que sorprenden, que regalan, que enamoran. Se dice que una imagen vale más que mil palabras. En esta ocasión estoy en total desacuerdo. 

Mi día a día de profesora va pasando por diferentes estadios. Muchos son los momentos de reflexión, cómo motivar, cómo conseguir que el alumnado aprenda con las palabras, que juegue con ellas, manipularlas, usarlas, escribirlas, sentirlas. Sentir, bonito verbo. 

Bien, a veces esa motivación ya se lleva dentro y aflora con tan sólo coger el lápiz (qué anacrónico). Estas palabras transmiten, van directas al corazón. Emoción pura. El día a día de un profesor de lengua (y las correcciones forman parte de ello) también nos deja regalos. Es el poder de las palabras que a veces penetran en lo más hondo del alma provocando más de una sensación. El efecto es inmediato. Y si no, prueba con éstas, saboréalas, verás que bien sientan:


Bohemio desconocido
AUTORRETRATO

Es cuando ceso, que escucho;
cuando escucho, que escribo;
y cuando escribo, que siento.

Y siento que miro, que observo,
que encuentro; que busco lo encontrado,
y encuentro lo buscado.

Despierto de ganas, cansado de cambio,
suelo ser títere movido y recién llegado;
vuelo distante sin rumbo asegurado.

Un ser pasajero, de acciones discretas,
de ojos despiertos, de labios sellados;
de sellos cuadrados y cuadros pintados.

Pienso en un fui, un soy y un seré,
hacia donde vendré, y de donde habré ido;
mas no es fácil ser, sin haber nunca sido.

Indeciso y prudente, cobarde y valiente,
pienso y luego canto, y escribo arrepentido.
Confuso de palabras, bohemio desconocido.

Atento te miro, cercano te observo,
y me entristece la miseria que acompaña tu sonrisa;
de entre mil vientos, la más fiel y suave brisa.

Brisa perfumada, deja lejos la rosa olvidada;
mas fácil de culpa y difícil de llanto,
guardo los pétalos que llora su canto.

Y cantando, se me echa encima el tiempo,
y ante el tiempo, diez minutos a su lado;
me entretengo, aun sabiendo lo esperado.

Mas yo, navegante sin navío,
me anticipo y salgo ileso,
y al llegar al fin, descanso y ceso.

Y es cuando ceso, que escucho;
cuando escucho, que escribo;
cuando escribo, que siento.

                                                  
                                                           JORDI TERRIBAS
                                                                          2º BACH.


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